Los muertos nunca se van realmente. En arqueología y ciencias forenses, eso es literalmente cierto.
Aunque la gente tiende a creer que los restos mortales se convierten rápidamente en nada, en realidad, el cuerpo humano es muy resistente y puede persistir durante cientos e incluso miles de años.
¿Por qué el cuerpo humano nunca desaparece realmente?
Hoy día los avances científicos permiten extraer información incluso de los fragmentos y rastros más pequeños del cuerpo humano. Mediante el estudio del ADN, los expertos pueden determinar la identidad de una persona, incluso a partir de un miligramo de hueso triturado.
El sexo de una persona se puede determinar mediante el análisis de péptidos, el componente principal de las proteínas, tomados de una partícula casi invisible del esmalte dental.
La incineración no destruye el cuerpo
Incluso la incineración no destruye completamente el cuerpo. Las temperaturas en los crematorios modernos pueden alcanzar más de mil grados centígrados y, sin embargo, el esqueleto humano se conserva casi por completo.
La ceniza que se entrega a los seres queridos es el resultado de un cremador, un aparato que tritura los huesos.
Estudios demuestran que los esqueletos pueden conservarse incluso después de la más potente erupción volcánica, como ocurrió en Pompeya.
El cuerpo se descompone, pero no se destruye completamente
Pero incluso cuando los cuerpos se descomponen por completo, todavía se puede encontrar el rastro de una vida.
La descomposición comienza casi inmediatamente después de la muerte, con el fin de las funciones corporales normales y la propagación de bacterias internas.
El esqueleto y los dientes son mucho más robustos. Aunque sufren una serie de cambios sutiles tras la muerte, pero pueden permanecer intactos durante muchos años.
En lugares donde las condiciones ambientales pueden ser extremadamente agresivas para el cuerpo, los restos son a menudo visibles.
Los muertos nunca se van físicamente
En resumen, tras la muerte, el cuerpo humano sufre una serie de cambios biológicos, denominados colectivamente descomposición. Estos cambios se deben a dos factores clave:
- El cese de las funciones biológicas del organismo.
- La propagación y la actividad de las bacterias después de la muerte.
A medida que los tejidos blandos se descomponen, el esqueleto queda gradualmente expuesto. El esqueleto también sufre cambios tras la muerte, pero puede sobrevivir en el suelo durante siglos.
Ahora ya sabes por qué el cuerpo humano nunca desaparece realmente.
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Alberto Gutiérrez / La Página De Alberto ©
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